Ensayo: Proceso histórico de la evaluación
“…
evaluar es bueno, evaluar más no necesariamente es mejor” (Martínez, 2012).
El presente ensayo, presenta de manera
sucinta la evolución histórica que ha tenido la práctica evaluativa hasta lo
que conocemos actualmente dentro del sistema educativo mexicano, para
finalmente concluir con las reflexiones o retos sobre lo que implica no sólo el
concepto, sino también la práctica de la evaluación.
Los referentes históricos mencionan que ya en
la China imperial, ya hace más de tres mil años, se utilizaban procedimientos
instructivos para seleccionar a los estudiantes. Entre los griegos y romanos se
habla propiamente de exámenes de los profesores. Sin embargo, el tratado más
importante de evaluación de la antigüedad es el Tetrabiblos, el cual se atribuyó a Cicerón. Con el correr de los siglos, llegamos a la
edad media, donde ya en las universidades se introduce la práctica de los
exámenes con carácter más formal, e incluso algunos se realizaban de manera
oral. En el Renacimiento se siguen aplicando procedimientos selectivos. Es en
el siglo XVIII, al aumentar la demanda y el acceso a la educación, que se
implementa la necesidad de comprobar los méritos de los estudiantes que
ingresan y por ello se normativiza el uso de exámenes escritos. Durante el
siglo XIX, se establecen los sistemas nacionales de educación y tras aprobar
exámenes, obtienen sus diplomas de graduación; de ahí que surja la necesidad de
un sistema que examine y compruebe la preparación específica, con el fin de
satisfacer las demandas de una nueva sociedad jerárquica y burocratizada. En
1897, aparece la primera investigación evaluativa en educación: estudio de la
ortografía.
El
desarrollo de la evaluación ha sido producto de dos disciplinas: la psicología
y la educación. A Ralph Tyler se le debe la creación del término evaluación y,
el de assessment, utilizado para estimar el desempeño escolar, este autor es
considerado el padre de la evaluación educativa porque ofrece una propuesta
metódica de la misma.
Durante
los años setenta aparecen otras aportaciones que definen nuevas concepciones
evaluativas. Para analizar la evaluación en México, se proponen tres etapas:
La
primera se da durante las décadas de los 70’s y 80’s: se realizan las primeras
evaluaciones en educación primaria.
La
segunda está marcada entre los 90’s hasta el 2002, se amplia el conjunto de
instrumentos de evaluación. Y México, tiene sus primeras participaciones en
pruebas internacionales.
La
tercera etapa, comprende el 2002 y hasta nuestros días. En ella se presentan
dos avances de importancia vital: en el plano político, la evaluación adquiere
un papel estratégico, para la planeación y rendición de cuentas; dentro del
ámbito institucional, se crea el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), así
como la SEP comienza a realizar pruebas de aprendizajes de tipo censal en
educación básica (ENLACE).
Tras
este recorrido histórico, bien vale cuestionarse sobre el término ‘evaluación’,
qué es y / o qué implica. El hablar de evaluación educativa no siempre implica
el mismo significado, ya que no existe un solo tipo de evaluación. El término
en sí, tiene que ir más allá de la
aplicación de pruebas o exámenes a los alumnos. Implica otros objetivos que
superan la mera medición del rendimiento escolar con un examen; regularmente la
evaluación es considerada como un mecanismo de control administrativo o de
expresión de poder y dominio del maestro sobre sus alumnos, en cuanto debiera
utilizarse como instrumento de medición de la eficacia del maestro, del alumno,
del sistema y del entorno, y muy particularmente como un valioso recurso de
reeducación.
La
evaluación es un asunto importante en la escuela, junto con el conocimiento de
la materia y la metodología para su enseñanza, constituye una especie de
trilogía de fortalezas deseables en cada maestro.
Actualmente
y debido a la Reformas educativas implementadas en nuestro país, existen
razones objetivas para dimensionar la evaluación más allá de las funciones
tradicionales y proponerlas como recurso que nos llevaría a disponer de otras
opciones teóricas y metodológicas útiles tanto en la reflexión y superación del
sentido y significado del fenómeno educativo. Sigue habiendo muchas actividades
relacionadas con la evaluación educativa pero no una verdadera evaluación.
El
reto primordial en estos momentos, sería el lograr una reconceptualización de
lo que implica en sí el término evaluación, así como desarrollar una cultura de
la evaluación entre todos los actores implicados que trabajando en conjunto se
llegaría a superar la tradicional forma de evaluar y se respondería a los
desafíos que la era del conocimiento
esta estableciendo: formar ciudadanos pensantes y comprometidos con su
mundo.
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